Amor y odio (33/39)


CAZA CON HALCÓN

Omar llevó a Rodrigo a cazar con halcón.
   
Rodrigo observaba meticulosamente el halcón que estaba posado en el guante de Omar. Llevaba la cabeza tapada con una caperuza, pero aún así permanecía altivo, orgulloso.
   
–Es un halcón magnífico, mi querido Rodrigo. Te lo regalo, si lo quieres.
   
Rodrigo puso cara de sorpresa.
   
–Muchas gracias, mi buen Omar. Pero yo no sé nada sobre caza de altanería.
   
Omar quitó la caperuza al halcón y éste salió tras una paloma torcaz que levantó el vuelo detrás de un olivo. Fue persiguiéndola en el aire y, de repente, el halcón se volteó agarrando a la paloma por debajo.
   
–Bonita captura –dijo Omar–. Es un magnífico halcón.
   
–Sí lo ha sido –añadió Rodrigo.
   
La cara de Rodrigo reflejaba tristeza.
   
– ¿Te pasa algo?
   
Rodrigo miró al suelo.
   
–Hoy he soñado con los míos. Les echo de menos. Y ellos también me echarán de menos a mí. Pensarán que estoy muerto y me estarán llorando.
   
Omar miró a Rodrigo.
   
–Lo entiendo, Rodrigo. Si estás recuperado y te encuentras con fuerzas suficientes para hacer el viaje a Castilla, quizá debes ir pensando en partir.
   
–Al-Andalus es el lugar más bello que he visto nunca, donde hay más riqueza, donde hay mujeres más bonitas, donde hay hombres más sabios, pero ...
   
Omar sonrió.
   
–Tu lugar está con los tuyos. No eres mi prisionero. Ya lo sabes. Me hubiera gustado retenerte en Al-Andalus, aunque siempre supe que un día marcharías. Tengo el presentimiento de estar rodeado de traidores y traidoras. Necesito alguien en quien poder confiar. Pero tu lugar está con los tuyos, en esos países salvajes del norte.
   
Rodrigo agarró a Omar por el hombro.
   
–Aunque tú y yo vivamos en países distintos, con distintas costumbres, con distintas religiones y además en guerra, nada podrá romper nuestra amistad.
   
Omar puso su mano encima de la de Rodrigo.
   
–De eso estoy seguro, Rodrigo.


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