Amor y odio (30/39)


AMOR 

Fue a buscar a Leonor con la mayor ilusión que podía tener. Parecía como volver a la alegría de la niñez. El corazón de Enrique sólo sentía una palabra: Leonor.
   
Llamó a la puerta. Ella salió a recibirle. Llevaba un traje de color marrón, con un velo en la cabeza, pero ésta vez le dejaba el rostro al descubierto.
   
–Estaba esperándote -le sonrió.
   
A Enrique le pareció más hermosa que nunca. Sin intercambiar más palabras, se dirigieron a su lugar al pie de río. En la mitad del camino, Leonor cogió la mano de Enrique. Éste se sonrojó y empezó a sudar. Al poco tiempo se tranquilizó.
   
–Gracias por amarme –dijo Leonor mientras miraba a los ojos de Enrique.
   
–Amarte es lo más maravilloso de mi vida –contestó un sonriente Enrique.
   
Al llegar al río se sentaron. Los dos empezaron a hablar de ellos mismos, de sus vidas, de sus proyectos. Pasaron así un largo rato. Enrique se dio cuenta de que su amor había conseguido borrar la profunda amargura de Leonor. Se sintió muy afortunado de que fuera así. Leonor sonreía y de vez en cuando la risa también aparecía en una cara que ahora parecía iluminada y no sombría como tiempo atrás. Era un cambio total respecto a la Leonor de antes.
   
–Has cambiado, gracias a Dios –afirmó Enrique con seriedad.
   
–Ha sido una lucha interior muy grande. He decidido olvidar el horror que he vivido. Aunque es mi obligación como cristiana, no puedo perdonar. He decidido aceptar el amor que tú me das, porque me he dado cuenta que tus sentimientos hacia mí es lo más puro y bello que he conocido y que mi amor hacia ti es más fuerte que el odio que siento. He decidido vivir junto a ti.
   
–Toda la vida –Enrique sonrió.
   
–Toda la eternidad –añadió Leonor.
   
–Y yo he decidido hacerte feliz –concluyó Enrique.
   
Entonces, movidos por un impulso difícil de explicar y comprender, sus cuerpos se fueron acercando progresivamente. Leonor sintió cierto deseo de rechazo, pero pudo más en ella el amor que sentía hacia Enrique. Sus manos se entrelazaron y sus labios se fundieron en un beso profundo y apasionado.
   
Era un sentimiento demasiado fuerte e intenso para ser descrito con palabras.


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