Amor y odio (29/39)


EL EJÉRCITO ANDALUSÍ

–Observa esto –dijo Omar a Rodrigo–, lanzando una flecha que alcanzó en el mismísimo blanco de una diana.
   
– ¡Dios mío! ¡qué puntería!
   
–Inténtalo tú –Omar ofreció el arco y la flecha a Rodriço.
   
Rodrigo, tal y como se había fijado, estiró el arco, colocó la flecha, apuntó y disparó. La flecha cayó lejos de la diana.
   
–No es sencillo –Rodrigo frunció el ceño–. Hace falta mucha práctica.
   
–Mucha.
   
–Veo ahora claramente cual es el factor de éxito del ejército andalusí: los arqueros. Somos pastores, nos entrenamos para la guerra, pero no estamos todo el día dedicados a ella.
   
–No sólo eso, Rodrigo. ¿Tú crees que sólo un arma basta para implantar una forma de vida?
   
–No. Es de suponer que sea algo más.
   
–Lo primero –Omar levantó los brazos y miró al cielo– la fe en Dios. Los creyentes cuando luchan por el verdadero Dios la fuerza está con ellos. ¿Cuánto tiempo crees que se podrá mantener Almanzor con tantos mercenarios?. Cuando se acabe el botín se acabarán los mercenarios. Así de frágil es el poderío creado por Almanzor, muy distinto del de nosotros, los Omeyas.
   
–Nosotros también tenemos fe en Dios. Y además de las flechas y la fe ¿qué? –preguntó impaciente Rodrigo.
   
–El acero. El nuestro es de muchísima mejor calidad. Nuestros herreros no se pueden comparar con los cristianos.
   
–Y ... -Rodrigo fue interrumpido.
   
–Nuestra organización. Nuestro ejército está perfectamente organizado, con una gran abundancia de correos interiores. El de los cristianos es desorganizado ¡cada señor actúa a su manera y cómo le viene en gana!
   
–Y ... -Rodrigo volvió a ser interrumpido.
   
–Que nuestros mandos son personas más justas, sabias y humanas que los cristianos, por ellos la mayor parte de la gente nos prefiere a nosotros.
   
–¡Eso no es cierto! –replicó Rodrigo.
   
–Entonces, ¿por qué estáis tan desunidos, mi buen amigo?
   
Rodrigo se quedó pensativo, pensó en las desavenencias entre el Conde de Castilla y el Rey de León y estos con los demás reyes cristianos, los enfrentamientos con el señor de Villainocencio, las eternas discusiones entre las villas y las merindades…
   
–Es cierto, Omar. Tenemos que aprender mucho de vosotros.
   
Omar miró fijamente a Rodrigo.
   
–Eso ha sido así hasta ahora. Almanzor está cambiando todo, está cambiando Al-Andalus. La fe ha sido sustituida por la codicia. Los creyentes combaten ahora por las riquezas.                                                  
   
Omar miró al cielo.
   
–Tenemos las mejores técnicas de guerra, pero ¿qué será de nosotros si fallamos en lo más importante?


Avanzar narración: Amor y odio (30/39)

Retroceder narración: Amor y odio (28/39)

Comentarios