La definición de Edad Media es un concepto cronológico, espacial y de valor. El concepto fue creado por los humanistas de los siglos XV y XVI, con un profundo rechazo, asimilando la época a mil años de tinieblas y fundamentados en criterios filológicos y literarios. En los siglos XVI y XVII se continuará el rechazo a los valores medievales, aunque muchas obras se inspiren en ellos. En el siglo XVIII esta valoración es aún más negativa. En el siglo XIX, bajo el impulso del Romanticismo, se realizaría el primer esfuerzo serio para entender la Edad Media. Dos factores ayudan a este impulso: la exhumación de una gran cantidad de fuentes y el culto a los principios de nacionalidad y patria. Pero no todo es positivo en la historiografía romántica. Su entusiasmo por los valores medievales llevó a la formación de imágenes distorsionadas de la Edad Media, que luego el positivismo se encargaría de pulir.
En cuanto a sus límites cronológicos estos transcurren entre la caída del Imperio Romano de Occidente, año 478, hasta la caída del Imperio Romano de Oriente o Bizantino, año 1465. Es un período entre el mundo antiguo y el mundo moderno. Hay que tener en cuenta que esta periodificación está hecha desde un punto de visto occidental y europeo, ya que se basa principalmente en hechos históricos que suceden en Europa, en el mundo romano-germano y en el de la Iglesia Católica, pero no tiene en cuenta al mundo bizantino, ni al del Islam; ya por no hablar del mundo chino, indio o japonés.
Tradicionalmente se ha considerado el siglo V como un punto de ruptura, que supone el término inicial de la Edad Media. Hoy día, existe una tendencia a situar el punto de partida del estudio de la Edad Media occidental entre finales del siglo III y del siglo V. En estos tiempos se gestan lentamente muchos de los valores medievales.
Tres fechas de referencia para situar el final de la Edad Media se han venido tomando en los años 1453 (conquista de Constantinopla por los turcos), 1492 (descubrimiento de América) y 1517 (querella luterana). Su valor es puramente convencional. Sin embargo la Edad Moderna se gesta mucho antes, incluso ya se atisba a partir del siglo XIV. Para otros, la Edad Media finaliza en un arco que va del año 1450 al 1450. En todo caso se puede tomar como referencia el final de la Edad Media en el año 1500.
La historiografía medievalista, desde un punto de vista europocéntrico, divide la Edad Media en tres grandes fases: alta, plena y baja Edad Media. La alta Edad Media corresponde a la disolución del mundo antiguo (siglos IV-V a X-XI), siendo un período histórico extraordinariamente convulso y del cual ignoramos muchísimas cosas. La plena Edad Media corresponde a la fase de expansión o plenitud (siglos XI-XII a XIII-XIV), el tiempo que más identificamos con los valores medievales, la época de las Cruzadas, los castillos y los torneos. El final del perído corresponde a la Baja Edad Media y la baja Edad Media a la crisis bajomedieval (siglos XIV-XV), período de crisis, también antesala del Renacimiento, época en la que se consolidan las monarquías en Europa, al tiempo que la peste y la guerra hacen estragos.
En cuanto a sus límites cronológicos estos transcurren entre la caída del Imperio Romano de Occidente, año 478, hasta la caída del Imperio Romano de Oriente o Bizantino, año 1465. Es un período entre el mundo antiguo y el mundo moderno. Hay que tener en cuenta que esta periodificación está hecha desde un punto de visto occidental y europeo, ya que se basa principalmente en hechos históricos que suceden en Europa, en el mundo romano-germano y en el de la Iglesia Católica, pero no tiene en cuenta al mundo bizantino, ni al del Islam; ya por no hablar del mundo chino, indio o japonés.
Tradicionalmente se ha considerado el siglo V como un punto de ruptura, que supone el término inicial de la Edad Media. Hoy día, existe una tendencia a situar el punto de partida del estudio de la Edad Media occidental entre finales del siglo III y del siglo V. En estos tiempos se gestan lentamente muchos de los valores medievales.
Tres fechas de referencia para situar el final de la Edad Media se han venido tomando en los años 1453 (conquista de Constantinopla por los turcos), 1492 (descubrimiento de América) y 1517 (querella luterana). Su valor es puramente convencional. Sin embargo la Edad Moderna se gesta mucho antes, incluso ya se atisba a partir del siglo XIV. Para otros, la Edad Media finaliza en un arco que va del año 1450 al 1450. En todo caso se puede tomar como referencia el final de la Edad Media en el año 1500.
La historiografía medievalista, desde un punto de vista europocéntrico, divide la Edad Media en tres grandes fases: alta, plena y baja Edad Media. La alta Edad Media corresponde a la disolución del mundo antiguo (siglos IV-V a X-XI), siendo un período histórico extraordinariamente convulso y del cual ignoramos muchísimas cosas. La plena Edad Media corresponde a la fase de expansión o plenitud (siglos XI-XII a XIII-XIV), el tiempo que más identificamos con los valores medievales, la época de las Cruzadas, los castillos y los torneos. El final del perído corresponde a la Baja Edad Media y la baja Edad Media a la crisis bajomedieval (siglos XIV-XV), período de crisis, también antesala del Renacimiento, época en la que se consolidan las monarquías en Europa, al tiempo que la peste y la guerra hacen estragos.
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