El Condado de Castilla hasta el siglo X

En sus orígenes, Castilla no es más que la frontera oriental del reino asturleonés. Es la zona más expuesta a los ataques andalusíes por el sur y a los de los musulmanes del Ebro por el Este. Su población está compuesta principalmente por vascos occidentales y otras gentes del Norte, como asturianos y gallegos. Llegan buscando tierras y una forma de vida poco encorsetada en los rígidos esquemas romano-visigodos. Su forma de vida es eminentemente guerrera, ya que ha de serlo por formar la primera línea de combate frente a los musulmanes.

Los llamados caballeros villanos, repobladores de Castilla, no conocen la jerarquización social del mundo visigodo, jerarquización que se da en el reino leonés. El carácter fronterizo de Castilla, lo que implica vivir en una situación peligrosa, no estimula a que la vieja nobleza visigoda, ni los clérigos mozárabes huidos de Córdoba se asienten en su territorio. Esto provoca, lógicamente, que Castilla sea en sus inicios una zona fronteriza, atrasada, entendiendo como tal, la ausencia de importantes centros urbanos y religiosos. En estos primeros tiempos castellanos no existirán grandes linajes, ni proliferarán los monasterios y sedes episcopales, que son los dueños de la tierra, de la riqueza, y poseen la fuerza necesaria para someter a los campesinos libres de las montañas asturleonesas.

Por todo ello, en Castilla no se produce hasta época tardía, la concentración de la propiedad y se mantiene la libertad individual.

Otra peculiaridad de esta Castilla primigenia y fronteriza son sus leyes. Al no existir una tradición visigótica fuerte, y ser una sociedad más primitiva que la leonesa, se prefiere la costumbre ancestral y la decisión de los hombres justos a la ley escrita visigoda representada por el Liber Iudiciorum.

Cuando los castellanos creen sus propias leyendas las centrarán en los jueces de Castilla, que son los representantes y defensores de la diferenciación jurídica y política respecto a los leoneses. De una forma legendaria, uno de estos Jueces harán descender a Fernán González, considerado el primer conde independiente de Castilla en los años centrales del siglo X.

Pero ya mucho antes se había manifestado el particularismo castellano.

El primer conde de Castilla, de nombre Rodrigo, aparece documentado en el año 850.

Castilla, al ser primordialmente territorio llano y no poseer defensas naturales, los castellanos se ven obligados a erigir fortalezas. Este hecho otorga poder e influencia, por lo que los condes no tardan en desafiar la autoridad de los reyes leoneses del mismo modo, de la misma manera que los condes de Barcelona desafían el poder carolingio.

Pero en un principio, la zona de Castilla se halla dividida en numerosos condados, cuyos dirigentes no siempre actúan al unísono. Esto permite a los monarcas de León mantener su autoridad sobre la zona. Sin embargo, las necesidades militares exigen un poder unificado. Ese poder unificado recaerá sobre el conde Fernán González, cuya fidelidad se garantiza mediante el matrimonio de una de sus hijas con el heredero del Reino de León, recibiendo de Ramiro II los condados de Burgos, Lantarón, Álava, Lara y Cerezo que dan al conde la fuerza suficiente para enfrentarse al monarca. Las dificultades internas de León a la muerte de Ramiro serán utilizadas por Fernán González para consolidar su independencia, ampliando sus dominios mediante una hábil y sutil política de injerencia en los asuntos leoneses, apoyando según su conveniencia a uno u otro de los candidatos al trono leonés. Alternando la sublevación armada con la sumisión y contando con el apoyo de Navarra o enfrentándose a sus monarcas, Fernán González consigue mantener unidos los condados castellanos y trasmitirlos a su hijo García Fernández, que ya actuará como señor independiente, pero siempre reconociendo la superioridad teórica del monarca leonés, que es su señor de iure, pero no de facto. Es decir, el conde de Castilla reconoce y muestra sumisión all Reino de León

Para hacer frente a los ejércitos musulmanes, el conde castellano favorece a los campesinos que puedan disponer de un caballo apto para la guerra, les concede la categoría de infanzones o miembros de la nobleza de segundo grado, y con la ayuda de estos combatientes ocupa diversas plazas en la zona del Duero. Hábil diplomático, García alterna la guerra con la sumisión a Córdoba y provoca disensiones en el campo musulmán al atraer a su bando a uno de los hijos de Almanzor, pero no pudo evitar que su propio hijo, Sancho, colaborase con los musulmanes y, más tarde, pidiera a Almanzor, sin éxito, la tutela del rey leonés Alfonso V.

Desaparecido el peligro musulmán a la muerte de Almanzor y los posteriores enfrentamientos entre beréberes, andalusíes y eslavos, que llevan a la descomposición del califato de Córdoba en los reinos de Taifas, Sancho vende sus servicios militares a los beréberes, de los que obtiene algunas plazas fronterizas en el valle del Duero, en el que se intensifica por estos años la labor repobladora y se fortalece la autoridad condal, hasta el punto de que a la muerte de Sancho, ya entrado en siglo X, nadie discute los derechos de su hijo García, a pesar de ser menor de edad. El asesinato de García en León, cantado por los juglares en el Romanz del Infant García, llevaría a los castellanos a entregar el condado a Sancho el Mayor de Navarra.

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